Desplegar la bioeconomía del bambú: el objetivo de la mayor inversión histórica de Japón en India

Una inversión récord de USD 408 millones marca el inicio de una alianza estratégica para transformar biomasa de bambú en energía, químicos verdes y desarrollo rural.

Hasta hace poco, el bambú en India era visto como un recurso secundario. Ligado al paisaje rural del noreste del país, su presencia era constante pero su valor industrial, casi inexistente. Sin embargo, ese panorama está a punto de cambiar de manera drástica. El cambio no vendrá por una moda ni por una tendencia ecológica, sino por una decisión geopolítica, estratégica y financiera: Japón acaba de acordar su mayor inversión en el noreste indio para convertir al bambú en el núcleo de una nueva bioeconomía.

El anuncio, confirmado por medios nipones, forma parte de un paquete de cooperación energética y tecnológica que Tokio viene tejiendo con Nueva Delhi desde hace años. Esta vez, la apuesta es concreta, cuantificable y de largo alcance: 60 mil millones de yenes —equivalentes a unos 408 millones de dólares— serán destinados a construir una refinería en el estado de Assam, diseñada exclusivamente para transformar biomasa de bambú en productos bioenergéticos y químicos verdes.

El préstamo que convierte una gramínea en motor industrial

El préstamo será otorgado por el Japan Bank for International Cooperation (JBIC), el banco estatal que lidera las inversiones japonesas en infraestructura estratégica, junto con participantes del sector privado como Sumitomo Mitsui Banking Corporation. JBIC asumirá la mayor parte, con una contribución directa de 244 millones de dólares.

La operación será canalizada a través de Power Finance Corporation (PFC), la empresa estatal india que articula inversiones para infraestructura energética. PFC, a su vez, dirigirá los fondos hacia Assam Bio Ethanol Private Limited (ABEPL), compañía encargada de operar la planta en el distrito de Golaghat, actualmente en fase final de construcción.

Este entramado financiero y operativo se convierte así en el mayor respaldo que haya otorgado Japón en la región nororiental india, y marca el inicio de una estrategia a largo plazo: posicionar al bambú como plataforma para una bioindustria regenerativa, descentralizada y basada en recursos locales.

Biocombustibles, químicos verdes y energía limpia desde el bambú

La planta, una vez operativa, producirá anualmente 49.000 toneladas de bioetanol, que serán utilizadas como aditivo para mezclas de gasolina en el marco del programa E20 de India. Pero su alcance no termina ahí. También generará 11.000 toneladas de ácido acético, compuesto fundamental en la fabricación de adhesivos, textiles y plásticos, y 19.000 toneladas de furfural, un insumo clave en resinas sintéticas.

El diseño de la instalación incorpora además un sistema de aprovechamiento total de residuos: la biomasa que no pueda transformarse en productos será utilizada para generar energía eléctrica, cerrando el ciclo bajo un esquema de cero desechos industriales. Esto convierte a la refinería en un modelo de economía circular aplicada a la producción de energía y materiales desde fuentes no fósiles.

Una planta al servicio de una transición energética más profunda

El proyecto encaja directamente en la política energética india. Desde 2023, el gobierno de Narendra Modi impulsa el programa E20, que obliga a mezclar un 20 por ciento de etanol con gasolina para reducir las importaciones de combustibles fósiles. Las autoridades ya adelantaron que planean extender ese umbral al 27 por ciento, con nuevas directrices que se anunciarán en las próximas semanas.

En ese contexto, el bambú aparece como una solución estratégica. A diferencia del maíz o la caña de azúcar, no compite con cultivos alimentarios, crece rápido, se adapta a suelos marginales y es abundante en el noreste indio. Su aprovechamiento industrial puede generar ingresos rurales, empleos verdes y nuevas cadenas de valor en zonas históricamente postergadas.

Tecnología japonesa para una bioeconomía hecha en India

Además del financiamiento, Japón aportará su experiencia técnica. Ya se instalaron sistemas de destilación de origen japonés en la planta de Golaghat, y están en marcha conversaciones para incorporar también tecnología de fermentación desarrollada en ese país.

Tokio también expresó su intención de fomentar industrias derivadas del bambú en India, lo que incluiría manufactura de biocompuestos, productos textiles alternativos y nuevos usos para residuos lignocelulósicos. Este enfoque integral busca no solo producir etanol, sino activar un ecosistema completo de bioeconomía con base territorial.

Una señal diplomática en tiempos de reconfiguración económica

El acuerdo financiero se concretó días antes de la visita del primer ministro Modi a Japón, donde se espera que Tokio anuncie inversiones por más de 68 mil millones de dólares en sectores estratégicos de India. La gira tiene lugar en medio de crecientes tensiones con Estados Unidos, que recientemente impuso un arancel del 50 por ciento a varias exportaciones indias.

Frente a ese escenario, el gobierno indio lanzó un programa de diplomacia económica en más de 40 países. En ese mapa, el bambú en Assam se convierte en símbolo productivo y geopolítico: un recurso local que, con inversión extranjera y visión de largo plazo, puede transformarse en motor de un nuevo modelo de desarrollo.

Japón no está financiando solo una planta. Está apostando a construir, junto a India, una bioeconomía del bambú. Lo que ayer fue maleza hoy se perfila como estrategia. Y lo que se cultive a partir de esta alianza puede ir mucho más allá de los biocombustibles.

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Una firma argentina impulsa en Misiones un polo industrial de bambú sustentable

La empresa TwoLife estudia usar bambú de Misiones para cepillos dentales ecológicos. El plan apunta a generar empleo y sustituir importaciones.

La firma argentina TwoLife, dedicada a productos ecológicos, llegó a Misiones para evaluar la capacidad productiva del bambú local. La visita se centró en San Ignacio y Montecarlo, donde existen plantaciones que podrían convertirse en la base de un proyecto industrial con impacto ambiental y económico.

El interés de la empresa radica en la posibilidad de fabricar cepillos dentales de bambú con insumos nacionales. Hoy, el 95% de estos productos se importa desde China. “Nosotros insistimos con nuestro país, con la producción nacional. El trabajo argentino y la industria argentina tienen que estar presentes en cada producto que hacemos”, afirmó Alberto Santoro, propietario de la firma, a Canal Doce.

La agenda en la provincia incluyó recorridas organizadas junto a la Secretaría de Producción, que conduce Graciela de Moura, y empresarios locales. El objetivo fue conocer las plantaciones y analizar la logística que permitiría abastecer a la industria con materia prima de origen misionero.

El proyecto contempla la instalación de un aserradero de bambú que procese la producción local y abra el camino hacia nuevos artículos sustentables. “Estamos evaluando la capacidad productiva, la disponibilidad de plantaciones y los precios, para poder ser competitivos en el mercado”, explicó Sergio Fernández, director de fabricación de TwoLife.

La empresa ya produce 19 modelos de cepillos y comercializa en todo el país, además de tener presencia en Chile y Paraguay. Sin embargo, el plan más ambicioso es consolidar en Misiones un polo productivo que una innovación, sustentabilidad y empleo regional.

El bambú es un insumo clave por su sustentabilidad: no necesita fertilizantes ni agroquímicos, alcanza condiciones de cosecha en cinco años y es completamente biodegradable. Según la empresa, un cepillo de bambú puede transformarse en compost, a diferencia de los plásticos tradicionales.

“Queremos demostrar que se puede innovar desde Argentina con productos competitivos y respetuosos del ambiente. Si encontramos la capacidad productiva adecuada, seguramente avancemos con inversiones en Misiones”, adelantó Santoro. De concretarse, el proyecto podría posicionar a la provincia como el primer polo argentino de producción industrial de bambú, con capacidad de abastecer el mercado interno y crecer hacia la exportación.

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4050 culmos de bambu guadua capturan alrededor de 124.47 ton de CO2

En la zonificación detallada del recurso guadua establece la aptitud de los suelos para el establecimiento de la especie Guadua en los municipios de: Chinchiná (Caldas), Armenia, Calarcá, Montenegro, y Quimbaya (Quindío), Pereira, Dosquebradas, Marsella Y Santa Rosa de Cabal (Risaralda), Líbano, Palocabildo, Falan e Ibagué (Tolima) y Alcalá, Ulloa, Cartago y Ansermanuevo (Valle del Cauca).

De acuerdo a los datos reportados por Camargo et al, 2007, se estableció una clasificación de los guaduales según su aprovechamiento y productividad usando la estimación actual, para lo cual se utilizó la figura de Núcleos Forestales. Se establecieron tres diferentes núcleos en cada uno de los departamentos: los de alta productividad, los de media productividad y los de baja productividad. Para cada uno de ellos se establecieron variables tanto dendrométricas como estructurales del rodal, tales como la densidad de culmos por hectárea y el área total del núcleo. Con estas variables se pudo dar a conocer el promedio de carbono capturado por los rodales de guadua en cada uno de los departamentos del área de estudio (tabla 3), en ella se realizo un ejercicio este consistió en calcular si por cada hectárea de guadual natural se capturaron 124.417 Tn CO2 en una hectárea y cada hectárea tiene en promedio una cantidad de 4050 culmos (Camargo & Arango, 2010) entonces se hizo una regla de tres: si 4050 culmos capturan alrededor de 124.47 ton de CO2 entonces el numero de culmos de cada núcleo forestal capturaría el total que se demuestra en la tabla tres, también se hizo una comparación con los datos reportados en la zonificación (Camargo et al, 2007)

Pagina 42 – https://repositorio.utp.edu.co/server/api/core/bitstreams/97f46a92-7e33-43a8-b820-4a1c98dda4b7/content