​La importancia del calendario lunar en la mejora de la productividad del sector del agro

La importancia del calendario lunar en la mejora de la productividad del sector del agro

Se recomienda que la cosecha de madera, guadua y otras especies se hagan en luna menguante, para evitar la producción se pudra

La ciencia ha demostrado que la luna concentra unas fuerzas magnéticas que inciden directamente en las dinámicas del agua que hay sobre la Tierra, dependiendo de las fases del calendario lunar. Por eso, cuando hay luna llena, el nivel de las mareas sube, y cuando hay luna nueva, bajan. Si tenemos en cuenta que el organismo de la mayoría de los seres vivos está compuesto hasta por un 70% de agua, el entendimiento de este fenómeno natural ayuda a mejorar algunos ciclos productivos en las actividades del agro.

“El agua influye en toda la dinámica de la vida y está influida por las fuerzas magnéticas de la Luna, que cambian con las distintas fases de su calendario”, dice David Vásquez, investigador PhD en agroecología del Centro de Investigación Mira de Agrosavia en Tumaco (Nariño), explica. Dicho ciclo dura 28 días y se divide en cuatro momentos, cada uno de siete días: inicia con la luna creciente, sigue con la llena, continúa con la menguante y cierra con la luna nueva. En los primeros 14 días las aguas suben, y en los 14 finales bajan.

¿Cómo afecta el calendario lunar en las plantas?

Con lo anterior, David Vásquez recomienda que, en épocas de aguas arriba, no es recomendable cosechar maderas. Y expone el ejemplo de la guadua angiosperma, una especie que reserva agua en sus cañutos internos: si se le hace un corte con un machete a las 3:00 de la mañana en luna llena, saldrá un chorro de agua con mucha presión.

“Siempre se recomienda que todos los procesos de cosecha de madera, guadua y otras especies se hagan en luna menguante, porque si el agua está arriba, esa madera tiende a pudrirse y no va a estar en su mejor condición para que sea útil y se pueda guardar”, comenta el experto acerca de esta situación.

Entender el calendario lunar también orienta el desarrollo de las podas. En este caso, la sugerencia es hacerlas en menguante, para optimizar el proceso de cicatrización de las plantas y evitar la entrada de hongos o bacterias. Si se hacen en las fases de luna creciente o llena, el exceso de agua perjudica y expone a las especies. En cuanto a las siembras, la mejor época es en luna menguante o nueva, cuando el agua está abajo.

“La idea es que el agua y la fuerza se concentran en la parte baja de la tierra para que estimulen las dinámicas de todos los procesos biológicos que allí ocurren”, y que son necesarios para que las plantas crezcan sanas y fuertes.

Jairo Lozano, tecnólogo en producción agroecológica y productor agroecológico en el Oriente de Antioquia, refuerza lo dicho por David Vásquez y comenta que cuando hay luna llena, la savia de las plantas, es decir el agua y todos los nutrientes, se encuentren en la parte alta de las especies, lo cual favorece los procesos de floración y fructificación.

“Si entendemos eso, vamos a comprender que los mejores momentos para realizar procesos agrícolas es cuando la luna está llena. Caso contrario, cuando hay luna nueva, la savia de la planta, los nutrientes y las aguas se encuentran una raíz, y eso permite planificar las siembras de productos que sean de tipo raíz, tubérculos, rizomas, e intervenir también con más facilidad lo nutricional para el fortalecer el crecimiento de desarrollo radical de las plantas”, afirma Lozano.

El uso del calendario lunar es una práctica ancestral que en los últimos años se ha apoyado en la ciencia para reforzar algunos conceptos y desmitificar otros que no tienen sustento científico. Por ejemplo, hasta hace algunos años algunos productores empíricos recomendaban sembrar solo en luna menguante, pero con el tiempo se demostró que se puede hacer en cualquier momento, pero teniendo en cuenta los flujos energéticos y las fuerzas magnéticas que irradia la luna.

“Como productor, me he inclinado mucho a estudiar y analizar sobre las teorías que han creado los biodinámicos, y puedo dar fe de que si realizo la planificación adecuada de siembras y cosechas basándose en esas recomendaciones por los ciclos lunares, logro que las plantas sean más vigorosas, con mejores cosechas, y que estén en su ciclo con menos incidencia de plagas y enfermedades, lo que es fundamental”, cierra Lozano.

Otras creencias
Los fieles seguidores del calendario lunar afirman que las fases de la Luna influyen en el crecimiento del cabello, la calidad del sueño, el estado anímico, los partos e incluso el éxito en los tratamientos médicos. En cuanto a la agricultura biodinámica, por ejemplo, se adapta el calendario de siembra y cosecha al ciclo lunar, ya que se argumenta que la savia de las plantas se mueve con mayor intensidad en determinadas fases, lo que podría llegar a afectar su crecimiento y productividad.

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Capturan a seis personas en Buga por tala ilegal de guadua que les dejaba millonarias ganancias

* Los capturados se lucraban económicamente con este recurso natural.

En un nuevo operativo liderado por la Policía Nacional, seis personas fueron sorprendidas talando guadua de forma ilegal en zona rural del municipio de Buga.

La captura se llevó a cabo en la vereda La Honda, durante el desarrollo de la operación ‘Ciprés XI’, una estrategia que busca frenar los delitos ambientales y proteger el patrimonio ecológico del país.

Y es que con el propósito de evitar que este tipo de actos tengan lugar, las autoridades han intensificado estos operativos en el territorio.

Proceso de captura

Y es que este grupo fue capturado justo en el momento de la acción, mientras extraían gravemente el material forestal sin los permisos exigidos por la autoridad ambiental.

En el sitio se incautaron aproximadamente 1.200 unidades de guadua, material que estaba siendo aprovechado sin los requisitos legales establecidos.

Según las autoridades, esta actividad ilegal les generaba ganancias cercanas a los 15 millones de pesos mensuales y afectaba más de 2.000 unidades de guadua en el área intervenida.

De acuerdo con la Seccional de Carabineros y Protección Ambiental del Departamento de Policía Valle, los implicados habrían montado una operación sostenida de explotación forestal sin ningún tipo de regulación.

Esta es la entrada al municipio de Buga, donde hay milenarios samanes que engalanan el acceso a esta población, temen que desaparezcan. Foto archivo Cámara de Comercio de BugaContinúan los operativos ambientales en Buga. Foto archivo Cámara de Comercio de Buga | Foto: Foto archivo Cámara de Comercio Buga

El mayor Mauricio Ramírez García, jefe de la Seccional de Carabineros y Protección Ambiental del departamento, señaló que esta situación representa un daño considerable al ecosistema local, pues la tala de guadua tiene graves afectaciones para el ecosistema, entre ellas:

  • Afecta la biodiversidad.
  • Altera los procesos naturales de conservación del agua.
  • Contribuye al deterioro progresivo del clima en la región.

Respecto a su contenido, el material incautado fue entregado a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC).

Y los detenidos fueron puestos a disposición de la Fiscalía General de la Nación por el delito de aprovechamiento ilícito de los recursos naturales renovables, por lo que deberán responderle a la justicia en materia de sus acciones en el sector.

Este es el ´túnel verde' en la entrada al municipio de Buga, que muchas personalidades están denunciando que sería afectado por el diseño actual de la doble calzada Buga - Mediacanoa. Foto Especial para El PaísLa Operación ‘CIPRES XI’ busca proteger el ecosistema del Valle. Foto Especial para El País | Foto: Foto Especial para El País

Medidas de protección ambiental

Además, el mayor Ramírez también hizo un llamado a la ciudadanía para que se conviertan en aliados en la protección de los recursos naturales.

“El Departamento de Policía Valle invita a la comunidad, a conservar la fauna y la flora silvestre de este bello departamento y a denunciar de manera oportuna a través de la línea de emergencia 123 cualquier actividad ilegal”, añadió.

Cabe señalar que la operación ‘Ciprés XI’ hace parte de un conjunto de intervenciones articuladas entre la Policía, entidades ambientales y la comunidad para frenar la destrucción de ecosistemas estratégicos.

En especial, en zonas donde los recursos como la guadua, aunque renovables, requieren de manejo sostenible y controlado.

Finalmente, con esta intervención policial, se espera que disminuyan los casos que agreden al medio ambiente y se fortalezca la naturaleza del departamento.

Ver más en https://www.elpais.com.co/valle/capturan-a-seis-personas-en-buga-por-tala-ilegal-de-guadua-que-les-dejaba-millonarias-ganancias-0219.html

Geraldine España Giraldo

Periodista web de El País, comunicadora social y periodista egresada de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali, Valle. Me gusta la reportería, presentación y la escritura.

Diana Isabel Villalba usa el poder de la guadua para unir al pueblo indígena Pijao

Desde el corazón del resguardo indígena San Antonio, en el Tolima, Diana Isabel Villalba lidera un proyecto pionero en forestería comunitaria basado en la guadua. Un proceso que inició con pequeñas iniciativas en 2016, pero que fue oficialmente apoyado en 2018 por el Ministerio de Ambiente y la FAO. Hoy, con más de siete hectáreas de plantaciones, su trabajo y el de su comunidad enfrentan retos y sueños que buscan consolidarse en una ecoempresa sostenible.

Diana Isabel Villalba usa el poder de la guadua para unir al pueblo indígena Pijao | Confidencial Noticias

El nacimiento de una iniciativa

El proyecto de forestería comunitaria con guadua nació como un esfuerzo colectivo por parte de la comunidad del resguardo indígena. En sus inicios, se establecieron seis hectáreas de bosque de guadua con la idea de generar un modelo sostenible de producción que permitiera la conservación ambiental y el desarrollo económico de la comunidad.

Además de la guadua, el proyecto incorporó cultivos de café, plantas medicinales y aromáticas, diseñados para ofrecer beneficios a corto y mediano plazo. De esta manera, mientras la guadua crecía, el café comenzaba a producir, asegurando cierta estabilidad económica para los involucrados.

Para Diana y su equipo, la guadua ha sido más que una planta; ha sido un símbolo de cambio y crecimiento. «Siempre ha estado aquí, pero nunca habíamos hecho un manejo forestal de ella. En este proceso nos dimos cuenta de su importancia dentro de nuestra cosmovisión indígena», explica Diana.

La comunidad recibió apoyo de la FAO y el Ministerio de Ambiente en cuatro etapas. Estas ayudas incluyeron capacitación técnica, asesoría en mercadeo y aportes de insumos esenciales. Sin embargo, la intermitencia en la financiación y la falta de continuidad han sido los mayores desafíos. «Nos apoyaban por tres meses y luego pasábamos largos periodos sin ayuda, lo que nos ha obligado a buscar alternativas para mantener el proyecto a flote», cuenta.

Desafíos y resistencia

El mantenimiento de la guadua es una tarea demandante. Se requiere poda cada tres o cuatro meses y fertilización constante. Sin el apoyo económico suficiente, la comunidad ha tenido que invertir sus propios recursos. En sus inicios, el proyecto contó con 43 personas asociadas, pero debido a las dificultades, hoy solo quedan 14, muchos de ellos con dudas sobre la viabilidad a largo plazo.

«El gran reto es garantizar la sostenibilidad del proyecto», dice Diana. «Ya no contamos con el respaldo de la FAO y dependemos de recursos del resguardo, que cada vez son más limitados». Sin embargo, la determinación de quienes siguen en la asociación es inquebrantable. «Sabemos que este proyecto puede cambiar vidas, generar empleo y consolidar una economía sostenible en nuestra comunidad».

Diana sueña con una ecoempresa que transforme la guadua más allá de la venta de materia prima. «Queremos fabricar artesanías, pisos, paredes, casas prefabricadas, y hasta alimentos derivados de la guadua. La idea es generar empleo para jóvenes y adultos, y demostrar que este recurso puede ser la base de un modelo económico sostenible», expresa.

El café, por su parte, ya está en producción y se han dado los primeros pasos para su transformación y comercialización. La comunidad cuenta con maquinaria para el procesamiento, pero aún enfrenta barreras como los costos de certificaciones necesarias para su venta en mercados más amplios.

Para Diana, la forestería comunitaria va más allá del manejo de los recursos naturales. «Es un tejido de experiencias, de compartir esfuerzos en comunidad, de crecer juntos». A lo largo de estos años, el proyecto ha permitido intercambiar conocimientos con otras comunidades y fortalecer la identidad cultural indígena en torno a la protección del territorio.

A pesar de los desafíos, Diana y su equipo continúan tocando puertas y buscando aliados que los ayuden a seguir adelante. «No queremos que se acaben las ganas, la visión está clara y estamos convencidos de que lo vamos a lograr», concluye.

La comunidad de San Antonio demuestra que la resistencia y el trabajo colectivo pueden transformar el futuro. Diana, como líder, encarna la esperanza de un modelo de desarrollo sostenible donde el bosque y la comunidad crecen juntos.

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