ICONTEC, Invitación a Consulta Pública DE345-17.

  • De: Edgar José Erazo Ramos <mesaguadua@misena.edu.co>
  • Enviado: miércoles, 10 de enero de 2018 5:11 a. m.
  • Asunto: Fwd: ICONTEC, Invitación a Consulta Pública DE345-17.

Estimados amigos del sector cadena de la guadua.

Comparto con ustedes esta invitación a participar del proceso de consulta publica del proyecto de norma.

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01011301-CD N6159

Bogotá D.C., 01 de enero de 2018

Señor(a) miembro de comité CTN 178 BAMBÚ-GUADUA

Apreciado señor(a) :

Respetados señores:

El comité de normalización CTN 178 BAMBÚ-GUADUA desarrolla actualmente el proyecto de norma DE345-17, CASETONES CON Guadua angustifolia Kunth. Queremos invitarlo a participar en el proceso de Consulta Pública presentando sus observaciones a través de nuestra página electrónica antes del 01 de marzo de 2018.

Para acceder al/los documento(s), por favor acceda a la siguiente dirección electrónica: DE345-17

NOTA: Cuando haya ingresado al documento podrá hacer sus comentarios ubicandose directamente en el numeral de su interés y haciendo click sobre este. En la ventana que se despliega, por favor indique sus comentarios como editoriales o técnicos. Cuando haya terminado cada comentario debe Guardar . Cuando finalice el registro de sus observaciones, no olvide emitir su Concepto global sobre el documento en la ventana inicial.

Cualquier inquietud al respecto la atenderé con gusto en el teléfono 6 07 88 88 (Extensión 1444), o a través del Correo Electrónico en la siguiente dirección: jhurtado

Cordialmente,

Ing. Julián David Hurtado Melo

Profesional de normalización

LA NORMALIZACION : factor clave del desarrollo industrial y económico del país.

ICONTEC – Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación

Organismo Nacional de Normalización (decreto 2269 de 1993)

CONSTRUCCIONES EN GUADUA BAMBU

Estimado cliente de GUADUA Y BAMBU COLOMBIA.

Dios no soporta dos cosas: que engañes al que te vende, y que engañes al que te compra. (Pro 20:23)

Construir con guadua es una de las mejores opciones porque:

La construcción con guadua pueden ser, o no, más económica a una obra civil tradicional y todo esto de pendiendo del deseo del cliente. Pero quienes se guían por la idea de una casa de encanto a muy bajo costo fueron engañados por el lenguaje popular de quienes no saben ni conocen el trabajo y el proceso que realmente debe tener una guadua para que sea apta para construir.

Lo que sí podemos decir es que en Latino américa hay construcciones con más de 300 años y en Colombia, en especial en el Eje Cafetero, hay construcciones con más de 150 años de antigüedad realizadas inicialmente con guadua y con algunas transformaciones que, familias prominentes, arrieras y creativas, han llevado a que hoy sea El Paisaje Cultural Cafetero de Colombia (PCC) declarado por la UNESCO. Teniendo estas estructuras como una carta abierta en estructuras podemos decir que una casa en guadua, bien diseñada, bien procesado el material y con una mano de obra calificada, podemos decir que la garantía de estas casas deben ser para toda la vida.

Cuando usted decide construir con guadua no solo compra una artesanía sino que también contribuye a mejorar el medio ambiente puesto que la guadua es una planta de rápido crecimiento (13 a 15 cm diarios); es la planta de mayor captación de C02 (entre 50 a 55 th * ha); limpia los ríos y regula las aguas cuando hay inundaciones; previene la sequía en la flora y fauna cuando tenemos verano; tiene una madures a sus 3 y máximo 5 años. Y cuando la usamos bien estructuralmente carga hasta 3 tn en compresión siendo superior al hacer 31 kilogramos por lo cual es reconocida por los ingenieros alemanes como como Acero Vegetal.

Es una construcción liviana y más rápida a una construcción tradicional.

Trabajamos con el arte del muro tendinoso que son muy fuerte, pero también combinamos algunos otros materiales ya que de esta forma enriquecemos el diseño y el arte de la construcción. Una casa solo en guadua no es muy conveniente a menos que así se requiera, pero si se trabaja un 50 u 80% con solo guadua. Si el cliente desea combinar otros materiales debe tener en cuenta que todo esto puede generar otros costos ya que la combinación exige adaptación y estudio de algunos otros materiales.

Cualquier construcción que se requiera exige hacer un diseño y ejecutar unos planos puesto que el diseño permite reconocer lo que se quiere y el plano es el la guía estructural y de diseño, además es un requisito para solicitar la licencia de construcción. Solo las constructoras ofrecen modelos de vivienda cuando se tienen proyectos de 100 o 500 viviendas, pero en este caso se trabaja bajo una necesidad del cliente; por ende solo mostramos a usted nuestro PORTAFOLIO #CONSTRUCCIONES #GUADUA COLOMBIA donde usted reconoce nuestra capacidad de trabajo y algunas imágenes de él; eso si, si decide contratarnos entonces realizaremos diseños y ejecutamos planos de acuerdo a la negociación.

NOTA: Algunas personas preguntan por el #PREFABRICADO EN GUADUA y, la verdad, este no existe. Lo que si se realizan son unos pequeños pórticos pre-ensamblados en el taller si el campo de trabajo es difícil. Luego se envían a obra y se ensamblan basados en un plano y manual ahorrando 50% de trabajo en campo; pero no hay módulos #prefabricados que se vendan en palets y manuales.

Cordialmente

GUSTAVO TENECHE
Empresario, Constructor y Diseñador en guadua.
gustavoteneche
www.grupoempresarial.co
Oficina Bogota 1-4757752
Cel/whatsapp: +573125395738 – +573178149055
Skype: gustavo.teneche
https://www.facebook.com/gustavo.teneche

  • En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra.

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PORTAFOLIO CONSTRUCCIONES GUADUA COLOMBIA.pdf

Guaduas se ganó su lugar en la historia

Guaduas se ganó su lugar en la historia

El novelista Santiago Gamboa visitó la ciudad de su infancia y esto escribió sobre ella.

Por: SANTIAGO GAMBOA | 12:14 p.m. | 7 de octubre de 2015 En Guaduas se pueden apreciar excelentes muestras de la arquitectura colonial colombiana, como la Casa Museo de Artes y Tradiciones Patio del Moro.
Foto: Filiberto Pinzón / EL TIEMPO

En Guaduas se pueden apreciar excelentes muestras de la arquitectura colonial colombiana, como la Casa Museo de Artes y Tradiciones Patio del Moro.
Volver a Guaduas es como hacer un largo viaje hacia mi infancia y adolescencia, un regreso sentimental a la década de los setenta, cuando iba con mis padres a una finca familiar prácticamente todos los fines de semana, lo que quiere decir que también crecí y me formé entre esas ceibas, cafetales y árboles de guama. Allá aprendí a nadar y a pescar. También, a montar a caballo, cazar cangrejos y reconocer culebras, sobre todo la temible talla x. Pero hacía ya más de veinte años que no iba, y por eso estaba ansioso.

La vía de salida de Bogotá ya no es la misma, pues ahora se va por La Vega, pero a partir de Villeta sí pude reconocer cada curva, las solitarias tiendas a la orilla de la carretera y los lavaderos de tractomulas, con su artesanal sistema de duchas para camiones, hechas con guadua y frascos plásticos recortados. El olor de la tierra templada es todavía el mismo. En los paraderos se venden almuerzos, gaseosas y cerveza; también panela, mandarinas, piñas y achiras.

El alto del Trigo me impresionó. Recordaba un caserío con algunos comederos y tiendas, pero hoy es una enorme estación de descanso para choferes fatigados que incluye hoteles y un parqueadero donde caben un centenar de camiones. Por ahí pasan en los dos sentidos. Los que vienen de Medellín y Barranquilla, cargados de mercancía para Bogotá, y los carrotanques del petróleo que suben del Llano a la estación de bombeo de Guaduas, donde está el oleoducto.

Desde ese alto, hacia el occidente, se ve caer la cordillera en suaves pliegues verdes y formar, abajo, un plano. Ahí está la mancha blanca de Guaduas. Antes de llegar me detengo en el kilómetro 112. Ahí está la portada de nuestra vieja finca, Bogalusa, que aún es de mi familia pero que, como la casa Usher, se cae a pedazos. Los paramilitares de la región exigieron pagos que no quisimos hacer, así que la perdimos por más de dos décadas. Mejor eso que ser cómplice a la fuerza.

Me llené de ánimos para entrar. Allí estaba Orlando, el cuidandero, que sacó su llavero y abrió la casa. Muros derruidos y sucios. Techos abiertos, humedad. “¿Por qué está esto tan solo?”, pregunté, como en Pedro Páramo; él se alzó de hombros e imaginé que decía: “Son los tiempos, señor”. Aún quedaban algunos estantes con viejas revistas Vanidades, algo de loza e instrumentos de veterinaria. Creí escuchar mis propios gritos de niño, correteando por ahí con mi hermano y mis primas. Luego caminé por la derruida terraza en la que, a los quince años, leí El reino de este mundo, de Carpentier.

Llegó una punzada de tristeza así que seguí hacia el pueblo, tres kilómetros más abajo, un paseo que, en vacaciones, hacíamos a pie, por el viejo Camino Real que va de Honda hasta Bogotá y por el que subieron a la capital virreyes, funcionarios y mercaderes españoles durante varios siglos.

Qué emoción volver a la plaza y ver que la bizcochería El Néctar y la hostería Colonial aún existen en sus casonas antiguas, de muros blancos encalados y tejas de barro. A pesar del bullicio de las motos y que algunos carros la usan de parqueadero, esa plaza sigue siendo la misma que pintó el acuarelista inglés Edward W. Mark en 1853 y que hoy podemos ver en los billetes de diez mil pesos. Décadas antes, el día de año nuevo, se ponía un andamio de guadua en el centro de la plaza con fuegos pirotécnicos. Le decían el “castillo” y se encendía a medianoche, provocando un efecto que, a principios de los años setenta, parecía realmente sobrenatural. A esa hora se abrían también las puertas de la iglesia, que tiene la dignidad de ser catedral, para la misa de gallo.

La plaza que pintó el inglés Edward W. Mark en 1853 y que se ve en los billetes de 10.000. Archivo / EL TIEMPO
Yo lo veía todo desde nuestra mesa en la Hostería Colonial, con mis padres y abuelos, siempre con una pizca de nervios por el excesivo jolgorio, los gritos y el olor a pólvora. Ya había habido peleas entre campesinos borrachos, a machete limpio, en las tiendas y cafetines del sector norte de la plaza. Al frente, en la esquina occidental, sobrevive la antigua casa de los Virreyes, intacta. Ahí funciona la biblioteca de la Fundación Antonio Romero Guzmán, y Claudia, la bibliotecaria, me muestra los libros y los viejos sillones de lectura, a la sombra de ese bonito patio colonial. En esa casa nació, en 1800, don Joaquín Acosta, nombrado subteniente del batallón de Cazadores de Nueva Granada por el propio Simón Bolívar a los 19 años y, sobre todo, padre de Soledad Acosta de Samper, la escritora más interesante del siglo XIX, esposa de José María Samper, a quien conoció aquí, en Guaduas, durante unas fiestas.

La historia de Colombia pasó a raudales por el pueblo. Desde los indios panches, furibundos guerreros, hasta las emperifolladas carrozas virreinales que subían a Santa Fe de Bogotá desde el puerto del río Magdalena. La villa de Guaduas, con su amable temperatura, era el sitio ideal para hacer un alto en el camino antes de treparse a las cumbres de la cordillera. Por su clima fértil fue que luego, en la expedición botánica, se experimentó con éxito el cultivo del níspero, originario de China y Japón.

Subiendo por el lado de El Néctar está el convento de la Soledad, donde hoy funciona la alcaldía. Lo encuentro cerrado, pero el azar me reúne con Fernando Arturo Rojas, guía especializado, quien me cuenta la historia del claustro de suelos empedrados y patio colonial. La fundación definitiva de Guaduas se debió a este convento, en 1610, y por eso es la edificación más antigua. Todo creció en torno a ella. Un poco más arriba, siempre por el Camino Real de mi infancia, bordeando la quebrada en la que corrí y salté de piedra en piedra, está el monumento al líder comunero José Antonio Galán, rebelde contra el poder de España y condenado en 1781. Su sentencia está en una placa, en la plaza: “Condenamos a José Antonio Galán a que sea sacado de la cárcel, arrastrado y llevado al lugar del suplicio, puesto en la horca hasta cuando naturalmente muera; que, bajado, se le corte la cabeza, se divida su cuerpo en cuatro partes y pasado por las llamas (…); su cabeza será conducida a Guaduas, teatro de sus escandalosos insultos; la mano derecha puesta en la plaza del Socorro, la izquierda en la villa de San Gil; el pie derecho en Charalá, lugar de su nacimiento, y el pie izquierdo en el lugar de Mogotes; declarada por infame su descendencia; asolada su casa y sembrada de sal, para que de esa manera se dé olvido a su infame nombre”.

Pero la más ilustre personalidad nacida en Guaduas, cuya estatua preside la plaza a merced de las palomas, es la joven patriota independentista Policarpa Salavarrieta. Su casa, a dos cuadras de ahí, es hoy un museo en restauración, aunque algunos objetos pueden verse expuestos en el colegio público. La heroica Pola, espía de los ejércitos libertadores, fue condenada a muerte por fusilamiento a los 21 años, en 1817. Esto pasó en la parte final del último virreinato, el de don Juan Sámano, que tenía fama de andar siempre muy nervioso. Tanto que la historia también le anotó los fusilamientos del sabio Caldas y Jorge Tadeo Lozano.

Policarpa, antes de morir, dijo unas palabras que podrían haber sido repetidas en muchos momentos de nuestra Historia: “Miserable pueblo, yo os compadezco; ¡algún día tendréis más dignidad!” Pasando su casa está el mercado, en dirección a la carretera, y el pueblo, a pesar de que conserva su arquitectura colonial, se llena de comercios banales y ruidosos. Veo venir un viejo jeep Gaz 69 de pasajeros, con la parrilla del techo repleta de bultos, y luego un Carpati, algo más moderno. ¡Esto sí que es viajar al pasado! Vuelvo a la plaza y veo el atardecer detrás de las palmeras, desde la hostería Colonial.

Mañana iré a comer viudo de bagre o de capaz al Magdalena, al lado del puente, en el hervidero de Puerto Bogotá. Es el confín del municipio. Y tal vez pueda decir, imitando esa novela de Daphne du Maurier, Rebecca: “Anoche soñé que volvía a Guaduas”.

SANTIAGO GAMBOA*
Escritor. Ha publicado 11 novelas, dos libros de viajes y miles de páginas de periodismo. Su más reciente novela es ‘Una casa en Bogotá’.
*Este es un proyecto de Fontur, el Hay Festival y EL TIEMPO

http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/recorrido-por-guaduas-colombia/16395781

Cordialmente

GUSTAVO TENECHE
Empresario, Constructor y Diseñador en guadua.
gustavoteneche
www.grupoempresarial.co
Oficina Bogota 1-4757752
Cel/whatsapp: +573125395738 – +573178149055
Skype: gustavo.teneche
https://www.facebook.com/gustavo.teneche

  • En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra.

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